Terrazas, así las habíamos imaginado.

Terrazas, así las habíamos imaginado

Hablar de nuestras casas es hablar de nuestra forma de ser. El modo en que las usamos, las decoramos y las transitamos dice mucho de cómo somos. ¿Has pensado en qué lugares pasas más tiempo y cómo es ese tiempo? Si te filmaran con una cámara oculta, te verías con la distancia precisa para reconocerte y sorprenderte, porque, seguramente, según el lugar te cambia la cara, la expresión de los ojos.

Los ojos de las casas son las ventanas, los balcones, las terrazas. Y su expresión ha cambiado. ¡Vaya si lo ha hecho! 

Si echas la vista atrás, recordarás cuántas veces, al pasar por una calle, has mirado a las terrazas y te ha sorprendido su enorme variedad, unas están igual que cuando se terminó de construir la casa, como un territorio virgen por descubrir y colonizar, otras son pequeños jardines o salas de estar con sus sillas, su mesa y sus platos de cerámica en la pared, las hay también convertidas en tendederos, despensas, garajes para bicis o cuartos trasteros donde se olvidan los objetos más dispares: escaleras, cajas, neveras portátiles o equipos de bricolaje. 

Estos días recuperan su función y en ellas las casas y las personas se abren al exterior. Nos comunican, nos asomamos, nos saludamos, nos hacemos guiños. Cuando pasen, saludaremos a gente nueva. Ya hemos empezado a hablar de personas que hasta ahora no sabíamos que vivían tan cerca: la chica rubia de las dos niñas, sí, la del tercero, o el señor del bajo o la pareja de la ventana con cortinas azules. Los miramos con simpatía.

Muy pronto en estas terrazas asomará la vida.

Mientras elegíamos materiales, diseños, aislamientos y acabados te imaginábamos disfrutando en tu terraza de mil maneras. Ahora que es o será muy pronto el espacio para el relax, la lectura, para tomar algo, contemplar la tranquilidad de la calle o dejar pasar el tiempo, estamos satisfechos con nuestro trabajo. En Abaigar ya lo sabíamos, las terrazas son el lugar por donde entra la luz y sale la vida.