Si algo podemos decir sobre esta experiencia que estamos viviendo confinados en nuestros hogares, es que nos ha puesto a prueba y que en la mayoría de los casos ha sacado lo mejor de nosotros mismos… y de nuestras casas.
Nos hemos convertido en arquitectos e interioristas, expertos en logística y mantenimiento. Nos hemos armado de paciencia y compresión y también ha sacado nuestro lado más desenfadado y divertido. Todo sea por mantener la moral alta.
Nuestros balcones y terrazas son ahora las plazas y parques de nuestras ciudades y son también nuestra red social más importante. Hemos movido mesas y muebles, desmontado estanterías y hemos convertido habitaciones en gimnasios o improvisados campamentos de juegos, toda nuestra casa en un recorrido de running y el salón en una sala de espectáculos donde cantamos, bailamos y disfrazamos para entretener a la familia y amigos vía redes sociales.
En un pequeño rincón hemos instalado nuestro puesto de teletrabajo y la cocina además de ser la sala de operaciones logísticas se ha convertido en un aula virtual.
Hemos ordenado y reordenado como si fuéramos la mismísima Marie Kondo, tal vez para no encontrar ya nunca jamás nada de lo que en nuestro imperfecto desorden siempre encontrábamos.
Hemos puesto en funcionamiento ese PC con sistema Windows Vista que nos sacaba de nuestras casillas y también por fin hemos usado el Skype que instalamos hace años y del cual ya ni recordábamos la contraseña de la cuenta.
Pero desde luego si algo ha sacado a la luz es nuestro lado más solidario. Empezamos con un sencillo gesto de agradecimiento con un aplauso colectivo desde nuestros balcones a los profesionales del sistema público de salud, especialmente y algunos han acabado poniendo un pequeño taller de confección para fabricar mascarillas textiles e incluso de fabricación de máscaras de protección, fabricadas con impresoras 3D.
En este sentido el Gobierno de Navarra ha habilitado una página web, Navarra+Voluntaria, cuyo fin es reorganizar, estructurar y canalizar las aportaciones que lleguen desde la sociedad civil y desde el mundo empresarial.
Vamos, en resumidas cuentas todo un catálogo de habilidades ocultas que ni siquiera sabíamos que las tuviéramos. Y sobre todo mucha voluntad e imaginación.
¿Y como han aguantado nuestras casas este esfuerzo titánico digno de los doce trabajos del Hércules? Estoy seguro que no nos ha defraudado, no podemos reprocharles nada, son lo que son y reflejo de lo que somos.
La casa es nuestro hogar y como he leído estos días en algún WhatsApp “el hogar es amor entre cuatro paredes”.
Un abrazo a todos y cuidaros. Hasta el próximo viernes.
Volveremos a abrazarnos.