Cuando te dan las llaves de tu nueva casa y entras por primera vez en ella, es una maravilla ver lo limpio e impecable que está todo: las paredes, los acabados, la cocina y los baños… Cualquier elemento encaja a la perfección y ofrece un aspecto magnífico. ¡Ojalá dure muchos años!
Para que este deseo se convierta en realidad permanente, es muy importante que te tomes muy en serio una serie de pequeñas tareas que te ayudarán a mantener tu hogar como el primer día. Al entregar las viviendas, el equipo de postventa de Abaigar da a nuestros clientes un completo manual con información detallada de todos los aspectos de la casa, entre la que se incluyen algunos consejos básicos para cuidarla y lograr que dure mucho en perfectas condiciones.
Vamos a comentar algunos de ellos. Como el tema da para mucho, lo vamos a hacer en varias entregas. Hoy hablaremos de dos de los apartados más relevantes para el confort interior, la ventilación y la calefacción.
En cuanto a la primera, es clave tener en cuenta que las viviendas de Abaigar disponen de un sistema de ventilación continuo que evita tener que airear de forma tradicional (cinco o diez minutos por las mañanas).
Si se anula o no se hace un uso adecuado del sistema, se descompensará la ventilación, afectará negativamente al confort y podría ocasionar efectos no deseados como condensaciones, humedades no deseadas y olores.
Por otro lado, hay que realizar limpiezas periódicas de las entradas de aire en cajones de persianas y bocas de extracción y, como mínimo, una vez al año. En el caso de las bocas de extracción en cocinas conviene limpiarlas más a menudo ya que son propensas a acumular grasa que puede dificultar su buen funcionamiento.
Asimismo, aunque este sistema de ventilación opera regularmente, también aconsejamos abrir todos los días las ventanas necesarias para realizar una ventilación cruzada y así aprovechar la doble ventilación de la vivienda.
Con respecto a la calefacción, en el caso de viviendas con radiadores, es conveniente purgar el aire acumulado al menos una vez al año, justo al comienzo de la temporada de invierno. Como es sabido, hay que abrir las llaves y esperar a que empiece a salir agua. Cuando fluye el líquido, quiere decir que se han eliminado las bolsas de aire, y a partir de ese momento hay que cerrarlas.
Una vez realizada esta tarea en todos los radiadores, es necesario comprobar la presión de la caldera porque puede que haya descendido debido a las leves pérdidas de agua, y aumentarla si no alcanza el nivel indicado para un correcto servicio.
Otro consejo de interés es el de dejar libre el espacio alrededor de los radiadores. Muebles, elementos de cobertura, cortinas u otro tipo de objetos contribuyen a disminuir la libre circulación de aire y afectan negativamente al rendimiento de la calefacción. En la misma línea, se recomienda no utilizarlos para secar la ropa.
Si el sistema es de calefacción radiante, conviene recordar que se trata de un dispositivo con inercia térmica. Los procesos de calentamiento y enfriamiento son lentos, lo que aporta mayor sensación de confort y estabilidad térmica.
Esta peculiaridad incide en los tiempos de arranque y paro. Cuando arrancamos, el primer calentamiento puede tardar varias horas. Y a la vez, al detener el dispositivo, no lo vamos a notar a lo mejor hasta el día siguiente.
Por eso, en inmuebles con ocupación continuada, resulta más eficiente dejar que la calefacción se mantenga en funcionamiento de forma permanente durante el período de frío.
En el siguiente post hablaremos del mantenimiento de la fontanería y el suelo laminado de madera.